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El tiempo no vuelve. El tiempo no se repite.

  • Foto del escritor: 플로르
    플로르
  • 2 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 ene 2019

Recuerdo la luz, la hora, la ropa, los colores, el día. Los sentimientos, la intención, la realidad. Como si fuera darle play a un video y dejarlo correr al cerrrar los ojos. Recuerdo los lugares, olores, edificios, calles, estaciones, sonidos de la misma forma como fueron. Veo esos lugares, olores, edificos, calles, estaciones, sonidos que existen como son ahora.


Recuerdo que me habías dicho que llegabas cerca de las 5:30 y yo estaba en la cama esperando desde las 5. Quería intentar dormir para que esa media hora pasara lo más rápido posible. Para poder realmente vivir, lo que desee todas las mañanas desde que te fuiste, despertarme con tu voz, despertarme y verte al lado. Mi mente estaba descontralada, imaginando, negando en lo que podía pasar o no podía pasar y lo que menos podía hacer era dormir. Para tratar de contrastar mi desasogiego mental y emocional me quedé en la cama, intentando sólo respirar y esperar. Miré el reloj después de 3 minutos pensando que había pasado ya la media hora, después cada 5 minutos pensando que habían pasado 10. Cada sonido me alarmaba, cada ruido del motor de un carro que pasaba al frente de la casa, cada silencio que quedaba después me inquietaba aún más, el sonido de un carro estacionando me aceleraba el pulso y yo cerraba los ojos con más fuerza para prentender que estaba en paz, que no estaba deseando verte, durmiendo. A las 5:36, después de 6 minutos agónicos sonó la puerta de la cochera cerrándose, luego la de adentro, la que da a la casa, la de la sala. Luego escuché mi nombre en tono de pregunta, después escuché un silencio, y mi nombre otra vez. De todo, lo que más inquietaba era siempre el silencio. Sobre todo el que quedaba después de escucharte pronunciar mí nombre, cuando tus pasos se detenían para esperar mi respuesta. Yo no me movía e intentaba cerrar los ojos con naturalidad y hasta de medio roncar. Luego escuché tus pasos nuevamente, los de tus zapatos subiendo por las escaleras interrumpidos por tu voz preguntando con mí nombre otra vez. Escuchaba sin querer el sonido de la saliva pasando por mi garganta cuando trajaba un intento de calma. Después de que entraras al cuarto y me vieras en la cama, volviste a decir mi nombre, pero con signos de admiración. Yo hice como si acabara de despertarme tu voz, así como hacía todas las mañanas. Como si tu presencia y tu voz hubieran perturbado mi paz. La verdad no me costó porque ya lo había practicado durante 240 días. Te vi acercarte a mí, y abrazarme. Recordé, como lo recordaba siempre, cómo era abrazarte, cuál era el olor de tu pelo, tu pelo, tu voz. Todo volvíó. Por ese instante toda espera valió la pena.


Sí, pena.


Te lo había dicho antes. Que lo sabía. Que todo iba a ser como lo imaginaba, pero realmente en aquel momento no lo entendía, porque aún no lo había sentido. Ahora lo sé y lo medio entiendo. Son lugares, son olores, ropas, edificios, calles, estaciones, sonidos pasados que existen de la misma forma sólo en la memoria. Son lugares, son olores, ropas, edificos, calles, estaciones, sonidos pasados que existen de una forma diferente en el presente. Es cerrar los ojos, ignorar el presente y repetir lo ocurrido una y otra vez en mi mente. Es ir a los mismos lugares e imaginarnos ahí deseando que todo aún fuera igual, con una pesadez inevitable en el pecho, de nostalgia y felicidad a la vez. Pensarte era un vicio y era motivación. Es corage y es testarudez. Todos estos sentiemientos nacieron entre una realidad que fue y de la que ahora es. Esa realidad que fue perfecta sólo porque fue, y que sabiamos que en algún momento iba a venir la realidad que ahora tenemos. Mejor dicho, que tengo. Porque en esta realidad ya no hay “somos”. Yo vivo pensando que ese mundo aún sigue, que sólo mudó. El problema es que no mudó, desapareció. Yo vivo en un mundo que ya no es, así como me lo dijiste. Pero tuve que atravesar la tierra y hacer una estupidez para entenderlo, medio entenderlo.


¿Entender qué? Que el tiempo no vuelve. Que el tiempo no se repite.




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